jueves, 18 de febrero de 2016

El brillo opaco de la plata

Este es un relato para pensarlo, creo. Me apetecía escribir algo así y quizá haga una serie de relatos.
Luz y oscuridad, tan distintas, tan bellas, tan necesitadas la una de la otra que su mera existencia era un equilibrio. Siempre había sido un equilibrio, desde que me dividí de mi hermana nada había cambiado, bueno, miento, la Vida apareció en su hermosa cara. Apareció y volvió a desaparecer, todo fue en un parpadeo, primero había unos pequeños seres pacíficos, y después unos belicosos monstruos vanidosos. Mi hermana cada vez esta más enferma por su culpa.
Un día me hallaba paseando por mi órbita y oí la vejada voz que tanto conocía:
-Hermana ayúdame, sufro.
-Yo sufro más viéndote así y no me has hecho caso en los últimos eones.
-Por favor, por favor, haz que cese el dolor.
-¿No decías que te gustaban los humanos con sus poesías, su música y su sed de conocerte?
-Esos eran los verdaderos humanos.
-No lo entiendo hermana.
-Ellos tampoco, por eso tienes que hacerlo. No moriré, tranquila, daré a luz a nuevos pero más pequeños astros, quizás nuevos mundo con suerte.
-De acuerdo, te quiero hermana.
-Y yo a ti, pequeña.
Me giré hacia ella y me estrechó en un abrazo. La última muestra de amor que recibiría por el resto de mi existencia.
Nuestros cuerpos se enfrentaron, yo aguanté el impacto, ella lo aceptó. Me vi rodeada de miles, millones de pedazos de lo que había sido mi hermana. Sentí la muerte de millones de cosas, se lo merecían, ¡cuántas odas y poemas me dedicaron en balde! Mi hermana fue demasiado blanda, les permitió demasiado, incluso se atrevieron a traer maquinas a uno de mis rostros.
Ahora estaba sola, sola. Reí, el Otro me daba igual, que me viera, que me oyera, que me ignorara, quedaba tiempo hasta nuestro próximo encuentro.
Me sentía oscura, mas oscura que nunca, era agradable. Pese a eso brillaba, maldita la luz, maldito el Otro y su existencia, malditos todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario