lunes, 19 de mayo de 2014

Las crónicas de Fhred. Capítulo 1: El arte de la caza.

Las crónicas de Fhred
El último cazador
Capítulo 1 - El arte de la Caza


Era ya muy tarde cuando me dispuse a partir hacia la “misión especial” que me había encomendado la Anciana. Esa “misión”, simplemente consistía en recoger las hierbas medicinales necesarias para sus apestosas pócimas. Me reí de mí mismo,había llegado a aquella aldea dejada de la mano de Dios por pura casualidad y desdicha mía. Todabia no recuerdo como llegue exactamente, solo tengo un vago atisbo de una masa borrosa cerniéndose sobre mí y nada más. Aunque el Jefe y los demás aldeanos me han acogido con mucha caridad, nadie me quiere decir que paso en realidad. El Jefe solo me ha dicho que fue un monstruo pero no me dice cual. Supongo que sera alguno de rango bajo puesto que soy el único al que no le otorgan misiones de mayor importancia que recoger absurdas hierbas. Bueno, al menos voy a terminar esta misión, así espero no ser objeto de mofa. Acto seguido entré en la cueva donde según me habían dicho se encontraban las dichosas hierbas. También me habían comunicado, entre risas que antes habitaban por allí algún Giaprey, que tuviese cuidado no fuesen a morder el trasero… Idiotas, algún día les enseñaré yo a Cazar. Si tuviera armas decentes, claro. Miré, mis espadas dobles, estaban melladas, desafiladas, sin brillo...pero todavía no me había fallado cuando necesitaba despellejar un animal o “impresionar” con mis movimientos de lucha a los más pequeños de la aldea nunca me había defraudado. Mientras me perdía en entre estos pensamientos un grito hendió la penumbra que allí rondaba. Un sudor frío me recorrió la espalda. No, no, no NO¡¡ No me podía creer que eso me estuviese pasando a mí. Del fondo, donde la débil luz de mi antorcha no llegaba asomó precavido, un morro azulado. El Giaprey, el depredador natural de las montañas había aparecido.
Desenfundé las espadas y me mentalicé a mi mismo de tener al menos dos prioridades:
no huir y no ser devorado.
Avancé rápidamente dispuesto a no dejarle oportunidad de atacar, sin embargo mis conocimientos como Cazador me volvieron a fallar. Hace un instante el monstruo se encontraba a unos doce metros de mi y, un segundo después,  ya había recorrido más de la mitad de la distancia que nos separaba. Esquive sus colmillos dando un paso hacia atrás y lancé las dos espadas curvas hacia delante en un intento de evitar la muerte. Y, para sorpresa mía encontraron resistencia. ¡Lo había hecho! ¡Había matado a un Monstruo, y sin ayuda! Solté un grito de júbilo que resonó por toda la caverna y asustó a los pocos murciélagos que se atrevían a sobrevivir en ese gélido entorno.
Me dispuse a cobrar mi pieza cuando un detalle en el suelo de la cueva llamó mi atención, había visto las huellas de Giaprey pero… ¡Allí había más de una docena de huellas distintas! Debía salir de allí lo antes posible, si el resto de la manada habían oído mi grito acudirían prestos a saber que había perturbado el silencio de su entorno.
Oí arañazos en el hielo, sordos gruñidos y golpes sordos, como los que harían grandes patas al correr. Me estremecí, aunque en ese momento yo no sentía frío. En un intento de cerrar mis reducidas defensas corrí a arrinconarme en una esquina. Era una mala opción puesto que en caso de emergencia no me permitiría huir pero yo ya había decidido que solo saldría de aquella oscura cueva de dos formas: o vivo o en el estómago de alguna monstruosidad. Cogí la antorcha y la clavé enfrente mio, no quería que me atacasen en la oscuridad donde no tendría oportunidad de defenderme. Fueron llegando de uno en uno cada uno mas horrible que el anterior, cuando, se organizaron todos alrededor mío y se disponían a saltar sobre mi un rugido que heló la sangre de mis venas me sobresaltó a mi y a mis atacantes. Apareció majestuoso, con cu cresta azulada bien alta, sus garras centrales de 30 centímetros al menos, una cola en forma de látigo y 2´5  metros de altura.Había oído historias sobre él, los más ancianos relataban a los más jóvenes cuentos sobre este y otros grandes depredadores, pero, eran delirios de viejos, nadie les tomaba en serio. Decidí que si salia vivo de allí les pediría que me contasen todas sus historias, pero antes, había otros asuntos que atender. El monstruo dio un par de pasos cortos hacia mi y comenzó a soltar una serie de gruñidos a sus lacayos a lo que estos respondieron de igual manera. ¡Parecía que estuvieran decidiendo quien se me comería! Bien, pensé, si se pelearan quizás se dañaran lo suficiente para poder matarlos a todos… Un sonido como de un golpe de viento me sacó de mis ensoñaciones y, vi con horror que más de la mitad de criaturas estaban ahora blancas y lisas. Al instante de dirigir mi mirada hacia su líder comprendí la razón de su  estado, de entre sus fauces escapaba un humillo blanquecino que contrastaba con el azul de sus escamas. El ahora no tan numeroso  grupo de Giapreys se disponía a saltar encima de su atacante cuando, estirando el cuello el Giadrome soltó una vahara da de humo blanco que cubrió a la manada y la dejó en el mismo estado que las estalactitas que del techo colgaban. No podría sobrevivir a esta atrocidad. Si, si que podría, yo era Fhred, el Cazador.
Echando un grito salvaje me incliné hacia delante y repelí la acometida de sus garras. Frené, ataqué y ataqué pero no conseguía romper su férrea defensa, mis armas eran demasiado débiles. Pese a esto no me deje amedrentar., no moriría comido por una lagartija gigante. El Giadrome expulsó su aliento en mi dirección y una niebla fría como su corazón me cubrió entero, pero, por sorprendente que parezca no me quedé en el mismo estado que sus compañeros, sino que simplemente sentí un frío intenso.
El cabrón, visiblemente sorprendido reanudó su ataque con una furia intensificada una y otra vez atacaba y  una y otra vez yo paraba sus salvajes acometidas. Sabiendo que poco a poco le estaba cansando le fui infringiendo poco pequeñas heridas en el morro y en su pecho. Finalmente con un grito de júbilo junte las dos espadas como si fueran una sola y le solté un golpe brutal que partió sus garras y vi su cabeza caer. Sabedor de que el efecto de su aliento no tardaría en desaparecer de los Giaprey no me dejé embriagar por la victoria y les fui atravesando uno a uno hasta que caí exhausto en el suelo y todo se volvió negro.
Me desperté gritando y sudando entre unas sábanas que olían como las de mi casa. Me restregué los ojos todavía aturdido y vi que me encontraba en mi habitación, aunque no me encontraba solo.
-Hola, Anciana-le dije
-Hola, Fhred. Veo que mis cuidados han dado resultado-me dijo la pequeña figura que descansaba en una mecedora.
-¿Cuánto tiempo llevo inconsciente?
-Unas cinco horas, cuando los rastreadores te encontraron pensaban que estabas muerto, la verdad, yo tampoco pensaba que lo conseguirlas. Estoy muy sorprendida, no pensé que fueses capaz de acabar con una manada entera tú solo.
-¿Yo? ?Una manada? ¿de que estas hablando?-Y, entonces los recuerdos comenzaron a fluir, la cueva, la “misión”, los Giapreys ¡el Giadrome!- Agh….-Solté aturdido por el torrente de recuerdos que me inundaban.
-Si, lo has hecho. Dado que eres el primero de ellos en darte cuentas te contaré un secreto..
¿Un secreto, cual? ¿Y de que soy el primero? ¿Y…
-Calla y escucha- me interrumpió- Hace cien años, cuando yo era joven, cientos de monstruos asolaban la región, por eso se creó el Gremio de Cazadores. Personas valientes que daban su vida por la de los demás dia a día luchando contra toda clase de peligros. Ese tiempo se le llamó la Vieja Era, hace por lo menos sesenta años que no se veía ninguno de los Antiguos monstruos aparte de algunos casos aislados, hasta hoy claro. Eres el primer Cazador que ve a uno de estos terroríficos habitantes y sale con vida.


Me miré las manos en un intento de comprender lo que esa vieja me contaba. Todas esas historias, eso cuentos para niños ¿habían vuelto de verdad al mundo?
-¿Que se espera  que haga yo?
-Nadie te obliga a hacer nada, pero toda la aldea te está agradecida por deshacerse de aquellos monstruos. Y por cierto, la aldea te a querido recompensar -dijo enseñándome una pesada bolsa que a juzgar por su forma debía de estar llena de monedas.
Pensé en mis posibilidades, podía seguir recogiendo hierbas por una basura de sueldo o podía comprarme una armadura y armas mejores con ese dinero.
-¿Cuanto cuesta unas espadas dobles?, que no sean muy caras claro.
Me sonrió y me señaló un montón de trapos en un rincón de la habitación en el que no había reparado. No puede ser pensé mientras me levantaba y me dirigía hacia allí.
Levante el montón y allí había unas espadas dobles hechas con las garras de Giadrome y las escamas de los Giaprey. Además, debajo había una ballesta ligera, un arma que hacía muchos años no se veía puesto que sólo los Cazadores más aventajados se les permitía usar.
-La aldea está muy agradecida-dijo mientras se iba-cuídalas bien hasta que consigas unas mejores.
-¡Lo haré, señora! ¡Muchas gracias!
Pero ya no me oía se había ido. En fin, me dije nada pierdo intentándolo después de todo no podía perder.
Un momento, pensé. Me acerqué al espejo y vi, con sorpresa que mi pelo normalmente negro, ¡se había vuelto completamente blanco! Joder….Ya decía yo que no había podido escapar indemne del aliento de aquel mamón.
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El Khezu volvió olisquear el aire en busca de su presa. Habían pasado ya cinco años desde aquello, ahora era capaz de acabar con uno de esos con una sola estocada. El Khezu, al menos si que representaba un reto para él. La aldea le había encomendado esa misión a él, el mejor en su profesión de toda la región. Apunté con cuidado a la cabeza de la criatura si a aquello se le podía llamar de tal forma. El Khezu, monstruo de las cavernas, era una especie de gusano enorme con dos fuertes patas y dos alas membranosas. El hecho de no tener ojos ni manos no lo convertía en una presa fácil ya que de alguna arcana forma su cuerpo le permitía producir ingentes cantidades de electricidad. Utilizaba sus portentosas descargas para paralizar sus presas y luego engullirlas sin piedad, además su piel parecía tener las propiedades de la goma pudiéndose estirar a voluntad. Los proyectiles normales no le harán nada dije mientras cambiaba las balas normales por proyectiles explosivos. De repente en medio de bamboleos y gruñidos el monstruo agitó sus membranosas y se elevó en medio del rugido del viento creado por sus alas. Mierda, mierda, mierda no se podía escapar. Disparé una ráfaga que dio de lleno en una de sus alas y liberó una serie de explosiones. Cayó a varios metros de donde me encontraba pero aun así me tuve que proteger del ventarrón que hizo. Vale, ya he llamado su atención, ¿y ahora que hacia? Se levantó con un crepitar de electricidad que me hizo entrechocar los dientes. Miró en mi dirección y su cuerpo se fue envolviendo en una suave aura azul. Mmm… mejor me voy de aquí pensé. Me eché a un lado en el momento preciso en el que lanzaba tres bolas de pura energía hacia mi. No me dieron pero hicieron que se me erizara el pelo. Cargué la ballesta con cartuchos perforadores y comencé a vaciar el tambor de proyectil en proyectil. Lo único que hacían era aturdirlo pero era lo único que necesitaba era tiempo. Enfundé el arma y le lancé los únicos cuchillos que disponía, eran un arma ridícula en comparación con tal colosal enemigo pero antes, habían sido tratados con veneno. Si seguía moviéndose tanto mientras me atacaba no tardaría en extenderse por todo su cuerpo dejándolo medio muerto. Soltando un bufido el Khezu se auto electrocutó evaporando el veneno que corría por sus venas azuladas. Joder, mejor saco la artillería pesada, dije mientras sacaba dos pequeños barriles de mi mochila. Los encendí rápidamente mientras los echaba  a los pies del monstruo y me refugiaba tras una roca. Una explosión resonó en la llanura y se extendió un olor que pese a no ser muy agradable al olfato a mi me olió a gloria.


-Bien hecho Fhred, no sabíamos si podrías con esa cosa-dijo el Jefe mientras me daba unas palmadas en la espalda-sigue así y pronto me quitaras el puesto.
-Si, claro, claro… ¿Por qué no me dijisteis que el veneno no le afectaba?
-No me pareció importante, no creía que tuvieses problemas.
-Ya, pues casi me convierto en su almuerzo.
Prorrumpimos en carcajadas ambos mientras nos apoyábamos en el hombro del otro para no caernos y nos despedimos con  un gesto de la mano. Estaba yo caminando hacia mi casa cuando un susurro llamó mi atención.
-Señor, señor..-Miré en la dirección de esa voz y descubrí a una vieja cochambrosa que se apoyaba en un retorcido y resquebrajado bastón de madera negra.-¿Le interesaría adoptar un feyline?
-¿Feyline?¿Qué es eso?
-Los mejores ayudantes de los Cazadores mi señor.
-¿De verdad?Pues no e oído hablar de ellos a los ancianos de la aldea.-dije suspicaz.
-¿Esos inútiles?No se acuerdan ni de la mitad de sucesos que ocurrieron en esta región.
-Bueno, ¿y qué es eso?
-No es que si no quien mi señor.- se apartó a un lado y dejó ver a una especie de gato humanoide que me   llegaría a la rodilla. Era completamente negro excepto sus orejas y una gran mancha blanca que iba desde su pata derecha hasta su brazo. Tenía unos ojos enormes verdes oscuros que parecían suplicarle.
-¿Cuánto cuesta?
-No señor, no. Tengo más, además cada uno de ellos tiene preferencias para el ataque.                                                                                                                                                                                                                       
-No, no yo quiero este.
-Vale pero…-la mire dudando pues su expresión distaba mucho de ser tranquilizadora.-Yo quiero este                                                      señora
-De acuerdo serán 2000 marcos
-De acuerdo, pero la armadura viene incluida-dije mientras achicaba los ojos.con el tiempo, había aprendido que nunca había que fiarse de ninguna anciana por muy débil que pareciese. Uno acaba aprendiendo al final, casi siempre
-Vale, vale
De vuelta a casa me pregunté de qué forma me podría ayudar esa bola de pelo cuando, de repente, surgieron de una esquina dos formas vagamente humanas envueltas en sombras. En cuanto nos vieron desgarraron las túnicas en las cuales iban envueltas y mostraron dos criaturas parecidas a una mezcla entre mantis y lobo. Cuando iban con las túnicas no me había fijado porque iban encorvados pero de pie pasarían de los dos metros y medio.
-Escóndete Brian joder-grité mientras desenfundaba las espadas gemelas.